En Chile más o menos por ahí por el año 67, a comienzos, apareció un disco de Violeta Parra con canciones donde ella hablaba de la verdad, de lo auténtico, de lo verídico, de lo real de Chile.
(...) y nosotros —un grupo de compositores— sentimos que ese era el camino que la canción debía tomar en nuestro país (...) ya basta de música extranjerizante, o de música que no nos ayuda a vivir, que no nos dice nada. Que uno se entretiene un momento y que nos deja tan huecos como siempre.