quinta-feira, 24 de março de 2016

MICHELLE OBAMA

«Come to learn, Michelle

La Primera Dama de Estados Unidos pudiera conocer, en intercambio directo, la experiencia cubana en tema de los derechos de niñas y mujeres...

A la Primera Dama de Estados Unidos, Michelle Obama, le han asesorado mal. Según sus declaraciones más recientes: “durante mi visita a La Habana promoveré en Cuba una campaña para la educación de las niñas”. Michelle se refería, en específico, a su proyecto “Let Girls Learn” (Dejemos que las niñas aprendan) que tiene como propósito brindar opciones educativas a 62 millones de niñas y adolescentes que no asisten a ningún nivel de instrucción.
De ahí la aclaración: a Michelle le han asesorado mal. Su programa educativo es válido, humanitario, útil para muchos países del mundo. No para Cuba. En materia de educación de niñas y niños, el país le puede brindar unas cuantas clases.

En su iniciativa, la eminente abogada propone financiar proyectos que apoyen a las menores en zonas de conflictos o para hacer frente a la pobreza, el VIH, y otros dilemas que las alejan de las escuelas.

Pero no resulta precisamente este un país donde Michelle Obama venga hablar de educación para las más pequeñas; una nación donde se les brinda posibilidad de desarrollar, libre y creadoramente, aptitudes y capacidades. Donde se pena el trabajo infantil, y se le proporciona a las alumnas atención y material docente de forma gratuita. Donde no se secuestran niñas y los contados casos de violencia infantil son duramente penados por la ley y aborrecidos por el pueblo.

Quizás Michelle pudiera nutrirse de experiencias cuando compruebe que la educación en Cuba es libre de costo sin distinción de raza, credo o género. Perfectible, sí; pero se garantizan igualdad de oportunidades para la superación y la instrucción desde los primeros años de vida.

Entre las más beneficiadas por las políticas sociales y educativas se encuentran, precisamente, las mujeres. Para solo tener una idea, según el Prontuario 2015-2016 que brinda estadísticas de la Educación Superior en Cuba, ellas conforman el 59.6 por ciento de los 165 926 estudiantes universitarios del país. Las féminas, en este sentido, son mayoría en todas las modalidades de educación terciaria, con presencia marcada en las carreras pedagógicas, las ciencias médicas y las vinculadas a las relaciones internacionales.

Esto es solo el final de un proceso docente-educativo que dispone y propone, desde los años iniciales, las mismas opciones para ellas y ellos.

Es la Isla, en ese sentido, una de las naciones con más alto nivel de instrucción, afirmación respaldada por la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO.

Las leyes cubanas se esfuerzan en tal propósito: garantizan igualdad para niñas y niños, amén de algunas legislaciones que necesitan actualización como el Código de Familia, en pos de un panorama más equitativo.

Bajo tal perspectiva, varias resoluciones abogan por los derechos de niñas, adolescentes y mujeres, en función de su protección, equidad de oportunidades educativas y laborales, condiciones de trabajo y salvaguarda en caso de maternidad.

En estos logros, por supuesto, incide el trabajo realizado por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) que ha influido, durante décadas, en que las leyes contemplen una perspectiva diferente de las relaciones hombre-mujer en la sociedad.

Aunque si Michelle quiere dialogar con enfoque de género, debe saber que en Cuba no existe mutilación genital femenina, ni matrimonios forzados, ni legislaciones que desamparen a las mujeres o justifiquen el maltrato marital. Michelle debe saber que la mujer en la Isla tiene plena decisión sobre su reproducción sexual, sobre su elección laboral.

Aunque, no todo es panacea. Es cierto. El gobierno cubano es consciente de cuánto lo queda por hacer. Sobre todo en el desmontaje de creencias y prácticas culturales que generalizan visiones discriminatorias. Las autoridades, los organismos afines y las organizaciones no gubernamentales dedicadas a tales propósitos, conocen de zonas en las cuales resulta necesaria una labor más intencional.

Eliminar los estereotipos asociados a las niñas y mujeres y su implicación con las labores domésticas; potenciar un empoderamiento femenino en puestos de dirección así como en actividades rurales; contrarrestar cualquier tipo de violencia de género; brindar mayores y mejores oportunidades en opciones de trabajo, específicamente las vinculadas al sector no estatal; así como ofrecer una tratamiento no sexista en los medios de comunicación, devienen algunas de las acciones a perfeccionar.

Esos son disyuntivas sabidas, y que no necesitan de una visita oficial de un país primermundista para plantearse y/o solucionarse.

Michelle quiere venir a Cuba a hablarnos sobre la educación de niñas y adolescentes. Dialoguemos pues. Quizás la Primera Dama se vaya de la Isla con algunas lecciones aprendidas.»

Fonte: Cuba Ahora

Sem comentários:

Enviar um comentário